Una de las fases más complejas en la elaboración de un proyectoo profesional es la fase de autodescubrimiento, pocas veces nos paramos a pensar en quienes somos, que nos hace diferentes o cuál es nuestro propóposito profesional (o en la vida).
Este último aspecto es esencial para definir los objetivos estratégicos que vamos a diseñar en nuestra estrategia de gestión de marca personal en fisioterapia y evitar ir por el mundo «como pollo sin cabeza» en cuanto a tu ámbito profesional. Ojo, que el proyecto profesional y el entorno laboral no son necesariamente lo mismo, digamos que el profesional responde al «Qué» y el laboral respondería mejor a una parte del «Cómo».
Para poder definir el «qué», tenemos que plantearnos el «para qué» y aquí hay que mencionar inevitablemente a Maslow y su pirámide de las necesidades básicas que tanto ha influido durante más de 50 años en las sociedades.

Sin embargo, no son pocas las críticas a esta teoría de la motivación en las sociedades contemporáneas, del mismo modo que no son pocas las teorías de la motivación que se han ido proponiendo en la literatura científica. Podemos basarnos en casi cualquiera de estas teorías con un fundamento relativamente sólido, como la teoría de los tres factores de McClellan, o la teoría del factor dual de Herzberg.
En este caso, personalmente creo que se ajusta bastante bien la teoría de la autodeterminación de Decí & Ryan de 1985. Esta teoría de las motivaciones y necesidades establece 3 niveles sobre los que hay que generar estrategias para alcanzar un nivel de bienestar suficiente para las personas.

En base a esta teoría, estableceremos los niveles puntuando de 0 a 10 aquello que conocemos o queremos conocer en profundidad por el interés que nos despierta (competencia), después se definirá dentro del ámbito en el que buscaremos esa intención de ser competentes, la potencial capacidad de relación con las personas que destacan en el campo en el que queremos desarrollar la competencia (relación), y por último evaluaremos las posibilidades individuales de desarrollar por uno mismo, con sus propios recursos, esas relaciones y competencias (autonomía).
Para evaluar los recursos de los que disponemos de cara a definir el nivel de autonomía, debemos hacer un ejercicio de análisis personal en el que se tengan en cuenta los puntos fuertes y débiles, tanto materiales como conductuales que nos permitan establecer un punto de partida realista, y nos ayudará a puntuar esta autonomía de 0 a 10. Se puede utilizar una matriz DAFO, por ejemplo, para este ejercicio.
Para gestionar las partes de competencia y relación es muy recomendable la figura de un mentor, una persona que destaque y en la que fijarse para identificar esas competencias que nos harán falta. Un mentor nos va a facilitar la relación, ya que nos va a apadrinar para poder entrar en los círculos donde se mueven las personas de referencia en el campo de competencia elegido.
