El presente de la salud digital

La salud es la tercera preocupación más habitual en las personas a lo largo de la vida. Tener la sensación de control de la salud gracias a la monitorización de algunos parámetros se ha vuelto una rutina para una gran mayoría de personas en todo el mundo.

La ilusión del control alimenta los hábitos de búsqueda en internet de muchos miles de personas, el 7% de las búsquedas diarias en google en 2019 eran sobre salud, y sigue subiendo, posiblemente debido a la situación actual de pandemia. El 55% de los europeos ya busca información de salud en internet de manera regular según un informe de la comisión europea. A esta cantidad de búsquedas de información, debemos integrarle las consultas indirectas sobre el estado de salud que se hacen a través de dispositivos «vestibles» (wearables). En este caso sobre la propia salud, ya que lo que nos aportas estos instrumentos son métricas de algunas variables corporales.

Esta práctica, que se popularizó entre los deportistas amateur, con el uso de relojes y pulseras de actividad para tener un registro de las distancias, a lo que se fue incorporando la medición de la frecuencia cardíaca, y otras variables que pueden ser utilizadas de manera indirecta para monitorizar nuestro estado de salud. Esta práctica se ha hecho ya tan habitual entre nosotros, que se prevé que este mercado de dispositivos para monitorizar nuestra salud, alcance un valor de más de 158 Miles de Millones de dólares en 2022, según Insider.

Sin embargo, el futuro no apunta a que vayamos a usar cada vez más dispositivos distintos, sino todo lo contrario, y es que un mercado que está apareciendo con fuerza en torno a la salud digital, es el de los «Virtual Medical Devices«, o dispositivos médicos virtuales. Este mercado creciente está amenazando la hegemonía de los IoT aplicados a la salud, con una estimación de 96,5 Miles de millones en 2020 y un crecimiento esperado anual del 15,1% desde 2021 a 2028.

Y es que los dispositivos médicos virtuales (DMV) emplean tecnología de software a través de sensores que ya están más que integrados en nuestra vida cotidiana, como son los smartphones por ejemplo, que nos permite identificar algunas variables de nuestro estado de salud gracias a diferentes usos de los acelerómetros, cámaras, micrófonos, etc. que incorporan estos dispositivos.

Un claro ejemplo de caso de uso de DMV es Smart Dyspnea, que aprovecha el micrófono de cualquier dispositivo para obtener la información necesaria (en este caso, la voz), y ofrecer una métrica válida y fiable del nivel de saturación de oxígeno en sangre, de manera indirecta, estimándolo mediante el uso de varios algoritmos de deep learning y gracias al uso de un test clínico validado.

 

Smart Dyspnea ha conseguido desafiar la tendencia existente de incorporar sensores conectados, normalmente mediante tecnología bluetooth, haciendo que cualquier dispositivo sea un pulsioxímetro en potencia, ¡y con «vitaminas»!, ya que el potencial de un DMV hace que las mediciones sean, además de más accesibles por ser multidispositivo, que estén siempre actualizadas en todos los dispositivos que accedan al sistema, sean más nuevos o más viejos, por lo que las mediciones no quedarán nunca obsoletas por versiones antiguas del dispositivo, y no se desgastará por el uso, lo que hace que a la larga sea una medición más estable que la de todos los dispositivos físicos. 

Los DMV sin duda han venido para quedarse, y prueba de ello es que las regulaciones de la Unión Europea, y la FDA sobre dispositivos médicos ya se están actualizando para incorporar cada vez más sistemas de diagnóstico y/o seguimiento de personas con problemas de salud.

¿Y tu que opinas ?

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Fisioterapeuta, Doctor en Investigación del dolor, MBA y emprendedor, experto en  Salud Digital, y alguna cosa más… Descubreló aquí

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